Distinto a una empresa, pertenecer a una familia no se determina por un mérito especial, es un derecho de nacimiento que, salvo circunstancias extremas, nunca se pierde.
Hay muchas otras diferencias, sin duda, desde puntos de vista organizacional, tributario, jurídico, contable y estratégico.
Pero pensándolo bien, no todo tiene que ser tan diferente.
Por ejemplo, un patrimonio familiar debería contar con una estrategia definida, como se espera de toda empresa que quiera consolidarse y crecer en el tiempo.
Lo primero para definir la estrategia de un patrimonio familiar es entender de dónde viene, dónde está y hacia dónde quiere avanzar la familia. Estrategia, en términos sencillos, es acordarlo que se va a hacer, de manera consistente y enfocada, para llegar allá.
Pero incluso más importante, definir lo que no se va a hacer.
Porque las cosas a las que se renuncia frecuentemente aportan más claridad que las cosas que se conservan.
Por ejemplo: En esta familia hemos acordado que en adelante no vamos a invertir en proyectos a más de 5 años, o cuya liquidez sea mayor a 30 días, ni en renta variable nacional, ni nada que implique deudas bancarias, ni en inmuebles para engorde, ni formaremos parte de proindivisos, ni vamos a prestar dinero a nadie, etc.
Un Family Office de primer nivel, como es WMI, está diseñado para acompañar a las familias a definir sus renuncias y a enfocarse en lo que realmente quieren hacer para conseguir sus objetivos de corto, mediano y largo plazo.