Se trata de aprovechar de manera inteligente y bien planificada ese patrimonio que se ha venido formando a lo largo de muchos años, con amor, inteligencia, a veces con prudencia pero no siempre, a veces con algo de suerte…

Pero no cabe duda de que se construyó pensando en tener una buena vida en el futuro. La propia y la de la familia.

Solo que cuando ese futuro finalmente llega, cuando los días que faltan por vivir son muchos menos que los ya vividos, el miedo a gastar, a reducir su patrimonio, se apodera de las personas: Miedo a malgastar el dinero, o tal vez a unos gastos de salud elevadísimos que podrían aparecer…

El beneficio siempre se va postergando, hasta que ya no hay ganas de mucho o hasta que, simplemente, la vida se acaba.

Upa, y entonces? Qué ganamos?

Para muchas personas es mayor el miedo a malgastar el dinero que a malgastar la vida. Traen una inercia de muchos años y es muy difícil aplicar el freno de mano, mucho menos el cambio de dirección de 180°. Para gran felicidad de la DIAN, por supuesto.

Idealmente, el objetivo sería que cuando llegue nuestra despedida, ese patrimonio esté cerca de ceros. Pero claro, nadie sabe cuándo será ese día.

En WMI manejamos estas reflexiones todos los días y ayudamos a las personas y las familias a que su patrimonio las haga más felices, más llenas de experiencias, más humanas.

En vida, hermano, en vida!