Una segunda generación toma las riendas, digamos de la empresa familiar. Probablemente conserve mucho de lo que ya venía, pues estos hijos del fundador(a) tendrán natural tendencia a pensar de manera similar. Crecieron oyendo sus historias, sufrieron con cada caída y se alegraron con cada conquista. Están comprometidos emocionalmente y conocen el entorno en que se ha movido el negocio. Uno o varios de ellos se dedicarán de tiempo completo a la preservación y crecimiento del patrimonio.
Llega la tercera generación, y las cosas pueden cambiar de manera radical. Las diferencias de pensamiento frente a las generaciones anteriores son notables. Ya no son hermanos, ya son primos. Ya se conocen menos. Son familia, pero lejana.
Algunos, a veces la mayoría, viven en el exterior y tiene proyectos de vida muy diferentes. No conocen -y quizá, no quieren conocer- los detalles del negocio ni involucrarse en las decisiones macro o micro del patrimonio. Solo que les llegue puntualmente su dividendo.
Entonces hay que tomar decisiones críticas: Seguir juntos? Quién debe tomar las decisiones? Vender la empresa? Liquidar la sociedad y darle a cada rama familiar su porcentaje?Venderse/comprarse internamente?
Esas son las preguntas que constantemente ayudamos a que los grupos familiares que son clientes de WMI-grandes, pequeños, unipersonales- se formulen y se respondan. Y que actúen en consecuencia, para el beneficio y tranquilidad de todos sus miembros