Emprendedores exitosos que desde un comienzo han sido propietarios y han estado al frente de sus empresas. Las han visto crecer a lo largo de una o más décadas de trabajo constante. Han pasado las verdes y las maduras.
Han trabajado dela mano y han crecido al lado de sus equipos de trabajo, de sus empleados, sus proveedores y sus clientes. Y más que nada, de sus familias que los han apoyado incondicionalmente. Y que se han beneficiado de su ejemplo de vida, además de su amor y su soporte económico. También se han enfrentado todo el tiempo contra el entorno, contra la competencia, contra los ciclos económicos y contra las adversidades en general.
Mirando hacia adelante, son conscientes de que la vida ha pasado y que los años al frente de sus negocios no son muchos. Empiezan a aparecer en el horizonte una serie de situaciones y decisiones por tomar: Esto que hemos construido es ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Para cuándo?
En muchos casos los hijos, siendo personas maravillosas y (con frecuencia) incluso más inteligentes y recursivos que sus padres, tienen proyectos de vida muy diferentes. No aspiran a heredar las empresas de sus padres, no se ven como sus futuros directivos. Probablemente su futuro está en empresas del Siglo XXI, probablemente no tienen la vocación de involucrarse del todo en empresas con negocios más tradicionales, por exitosos que sean.
Y llega el dilema: Qué hacer con mi empresa? Seguir al frente de ella de forma indefinida? O habrá llegado el momento de vender? O no preocuparme por el futuro y que mis sucesores lo resuelvan como mejor dispongan?
Estas son las reflexiones, estas son las conversaciones y las posibles decisiones que se propician con nuestros clientes en WMI: Luego de un largo vuelo, preparar un buen plan de aterrizaje. Que facilite el cumplimiento de los objetivos individuales y colectivos de las familias.
Una vez se sepa qué se quiere, cuándo y para quién, se definen los objetivos y la filosofía de manejo de las inversiones. No antes. Para que los procesos de transferencia generacional sean bien planificados, deliberados, yque cumplan con la consigna de que el objetivo de un patrimonio familiar no es amontonar dinero sino generar felicidad.