
Con el fin de que los activos, los pasivos y ciertas responsabilidades queden en cabeza de personas jurídicas y no de personas naturales. Esto tiende a facilitar las sucesiones y en general la gestión de patrimonios compartidos.
Abrir sociedades es relativamente sencillo y la mayoría de las familias lo hacen, tarde o temprano.
Pero cerrar sociedades, esa es otra historia.
Una sociedad patrimonial, normalmente asociada con una familia, es un vehículo excelente para organizar el patrimonio de un grupo de hermanos. Pero cuando esos hermanos van creciendo en edad, cuando la segunda generación ya está madura y empieza a florecer la tercera generación, tal vez sea buena idea liquidarla.
Por la sencilla razón de que los proyectos de vida, los sueños, las prioridades, a veces incluso la filosofía, tienden a ser cada vez más distantes -por no decir opuestos- entre primos. Muchísimo más que entre hermanos.
El camino es claro: Ponerle fecha de vencimiento a las sociedades patrimoniales. Decidir, por ejemplo: Vamos a liquidarla dentro de 5-10 años, al cabo de los cuales repartiremos los activos.
Así, con tal claridad, cada decisión de inversión queda acotada por esta vigencia y cada hermano tiene tiempo de prepararse para cuando le corresponda recibir su parte.
Posiblemente en su propia sociedad patrimonial. La cual, a su vez, cuando pase otra generación, también debería liquidarse.
Estas son las reflexiones que hacemos frecuentemente con nuestros clientes en WMI para que optimicen sus decisiones y planifiquen con mayor eficiencia y felicidad su vida.